Nunca los conté, pero menos de los que me gustaría. Lo malo de vivir fuera de tu casa es que siempre tienes el dilema moral de, cuando tienes días libres, volver a casa o ver algún sitio nuevo. Casi siempre escojo lo segundo.
He aprendido mucho de diferentes culturas, pero creo que es porque tengo una manera peculiar de viajar. Nunca lo hago de forma convencional. Cuando viajo prefiero juntarme con gente local y no ser muy turística. He estado en Egipto, pero no vi sus pirámides más famosas. En Croacia no fui a Dubrovnik. Prefiero visitar pueblos y ciudades en las que soy la única turista y así captar mejor la esencia de ese país y conectar de verdad con él.
Anécdota: Desde Bristol me enviaron a Bulgaria un tiempo, para mejorar la situación de una de sus tiendas y hacer un análisis de lo que ocurría allí. Fue muy complicado ese periodo porque nadie hablaba inglés y yo no sabía ni decir “hola” en búlgaro. Además, ellos gesticulan al revés con la cabeza para decir “sí” y “no”. Fue un choque cultural muy fuerte. Aún así fue una experiencia increíble y me fui de allí con una taza que ponía “muchas gracias” en búlgaro, o al menos eso dicen.